
Pisamos
tierra neozelandesa. Por fin. Tras el control de aduanas y el registro del
coche de alquiler, tenemos por delante un desafiante viaje de norte a sur por
dos de las islas más interesantes de Oceanía.
Comenzamos
nuestro recorrido por Nueva Zelanda, ¿te vienes?
Una
vez recogido el coche de alquiler, la principal dificultad que tendremos para
llegar a Auckland será acostumbrarnos a conducir por la izquierda y,
probablemente, tratar de combatir los efectos del jet lag. Pero poco más.
Auckland es una ciudad relativamente tranquila y los neozelandeses son bastante
respetuosos al volante. Además, aunque haya algo de tráfico, Auckland será el
núcleo más poblado por el que tengamos que conducir, así que pronto veremos que
conducir por Nueva Zelanda no será un problema.
Seguramente
hayamos visto desde el avión muchas islitas junto a la costa. Todas ellas
conforman el área habitada de Auckland, y la mejor forma de moverse entre ellas
es, sin duda, el ferry. Mucha gente que trabaja en el centro de Auckland vive
en alguna de las islas cercanas, y la frecuencia de estos ferries suele ser
elevada. Eso sí, tendremos que cuidar mucho la forma en que viajamos en ellos.
Por ejemplo, tendremos que limpiar la suela de nuestro calzado antes de subir
al ferry, y así evitaremos que los microorganismos de una isla se “contaminen”
con los de otra. Exagerada o no, cumplir esta medida nos evitará multas y reprimendas…
Recomendación:
¡limpiad muy bien la suela de vuestras botas y zapatos antes de viajar a Nueva
Zelanda! ¡El que avisa no es traidor!
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Activos o no, los volcanes siempre están presentes en Nueva Zelanda |
En
comparación con otras urbes, Auckland no es una ciudad monumental. Es muy
agradable de visitar, pero su atractivo es especialmente natural. Una de las
islas más visitadas es la de Rangitoto, una isla volcánica con una
impresionante vegetación, ideal para tomar contacto con la naturaleza
neozelandesa.
Por
cierto, para llegar a la isla de Rangitoto, el ferry hace una parada en
Devonport. Merece la pena dedicarle un rato de paseo a este pueblo, una especie
de oasis de tranquilidad con vistas a Auckland y en la que destacan, por una
parte, el Mount Victoria (un antiguo volcán desde el que se tiene una preciosa
vista de Auckland), y por otra multitud de casas victorianas, tiendecitas y
cafeterías, que harán muy agradable una tarde de paseo por Devonport.
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Una de las casitas de Devonport |
En
el centro de Auckland, merece la pena subir a la torre Sky Tower para tener una
perspectiva del archipiélago que compone la zona más habitada del país. Con 328
metros de altura, esta torre ofrece unas vistas magníficas. Por ejemplo,
podréis pasear por el suelo acristalado de su plataforma superior. Si no tenéis
vértigo, claro, porque 328 metros de altura son muchos metros y, además, la
torre tiene un balanceo (que a veces se percibe muy claramente) que le sirve
para frenar los impulsos, por una parte, de los fuertes vientos y, por otra, de
los movimientos sísmicos tan frecuentes en Nueva Zelanda.
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"Skyline" de Auckland, Nueva Zelanda |
Por
último, una visita a Auckland no estaría completa si no visitásemos el “One
Tree Hill”, un parque situado en un antiguo volcán y lugar de referencia
espiritual para los maoríes. El árbol al que hace referencia su nombre ya no
existe, pues fue objeto de numerosas críticas y ataques (el original fue
destruido por los colonos ingleses, posteriormente quisieron sustituirlo por
una especie no nativa de Nueva Zelanda y pusieron en pie de guerra a todo el
pueblo maorí), pero los paisajes y el parque llamado “One Tree Domain” merecen
la pena.
Allí
encontraremos (sí, en el parque) uno de los animales más abundantes en Nueva
Zelanda: las ovejas.
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One Tree Domain (Auckland, Nueva Zelanda) |
Rumbo a la Tierra Media, a la Comarca
del Hobbit y… ¡a la ciudad de los géiseres!
Vamos
a abandonar la ciudad de Auckland para ir adentrándonos, poco a poco, en una
Nueva Zelanda más campestre, más auténtica. Llegados a este punto tengo que
preguntaros: ¿sois fans de “El Señor de los Anillos”?
Si
la respuesta es afirmativa, estáis de enhorabuena, pues uno de los primeros
lugares que visitaremos será Hobbiton, una de las principales localizaciones de
la película. La casa de Bilbo, la Colina y el Árbol de la Fiesta dejarán de ser
pura ficción para convertirse en una preciosa realidad para disfrutar y, cómo
no, ¡hacer muchas fotos!
Y
si no sois fans de “El Señor de los Anillos”, y aquello de la Tierra Media no
os suena a nada, no os preocupéis: os gustará igualmente. La visita al Hobbiton
Movie Set es muy agradable y está muy bien organizada (siempre en tour guiado),
empezando por una pequeña ruta en autobús clásico hasta el poblado. ¡Disfrutad
del viaje!
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¿Preparados para visitar Hobbiton? |
Seguimos
con rumbo sur, y muy cerca de Hobbiton nos encontraremos con un paisaje muy
diferente, pero también espectacular. Rotorua, con sus numerosos géiseres,
lagos termales y piscinas de lodo, es un lugar digno de visitar. La especial
situación de Rotorua, así como lo peculiar de su geología (y eventos sísmicos),
han permitido que se desarrollen todos estos lagos y elementos termales. Los
paseos junto a estos lagos son algo curioso, muchas veces acompañado de un
intenso olor a azufre, no dejan indiferente a nadie. Y Rotorua ha sabido
aprovechar como pocos la presencia de estos fenómenos naturales, por ejemplo,
para conseguir agua caliente, calefacción o baños termales.
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Rotorua (Nueva Zelanda) |
En
Rotorua podréis disfrutar de espectáculos de la naturaleza como el géiser
Pohutu (ver cómo entra en erupción varias veces al día, llegando a una altura
de 30 metros), fenómenos curiosos como la llamada Artists Palette (una “piscina”
volcánica en la que la Geología nos muestra su lado más colorido) o comprobar
cómo el ser humano ha sacado partido de estos fenómenos naturales en el pueblo
de Whakarewareva.
¡Viajamos hacia el sur de la Isla
Norte y el norte de la Isla Sur!
Y
seguimos rumbo al sur, junto al lago Taupo. Amantes de la pesca, ¿alguna vez habéis
pescado truchas en un volcán? Pues aquí podréis hacerlo, porque el lago Taupo
es “simplemente” el cráter de un volcán inactivo. Pero en tiempos fue muy
activo, pues se estima que, en el siglo II, tuvo lugar su última erupción, ¡y
fue capaz de oscurecer los cielos de China y Europa! Por algo los maoríes lo
consideran “el corazón palpitante” de la Isla Norte (o Maui, el nombre maorí de
la isla).
Y
seguimos por tierra de lagos y volcanes. Esta vez cruzaremos el parque nacional
de Tongariro, presidido por un volcán activo del mismo nombre. Allí
encontraremos infinidad de rutas de senderismo, que atraviesan paisajes únicos.
Por cierto, notaréis que los neozelandeses publican muchas normas de seguridad
para este tipo de actividades. No os asustéis, la seguridad es muy elevada. En
muchos casos, es simplemente una precaución necesaria por lo “particular” del
entorno geográfico y geológico en que nos encontramos.
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El monte (y volcán) Tongariro, Nueva Zelanda |
El
carácter de los neozelandeses también es otro punto a tener en cuenta en
nuestro viaje, y es un punto (generalmente) muy positivo. Son muy abiertos y
les gusta hablar con los turistas. Por ejemplo, no os extrañéis si, al salir de
un hotel, os preguntan a dónde os dirigís, qué vais a hacer o dónde vais a
dormir la noche siguiente. Es esa mezcla de curiosidad, confianza y seguridad (sobre
todo en el caso de deportes de riesgo) tan propia de Nueva Zelanda. La veremos
también (incluso más marcada) en la Isla Sur.
Y
en Tongariro encontraremos también las primeras estaciones de esquí de Nueva
Zelanda. Hay que tener en cuenta que este país, y sobre todo esta región, tiene
un marcado clima continental, por lo que la nieve hace acto de presencia con
facilidad a lo largo del invierno austral. Así que, si venís del Hemisferio
Norte y visitáis el país en invierno, podéis poneros los esquís y esquiar en “vuestro
verano” ...
Poco
a poco nos acercamos a Wellington, donde tomaremos el ferry para seguir nuestra
ruta neozelandesa, esta vez por la Isla Sur. Pero antes tendremos varios puntos
interesantes que visitar, como por ejemplo varios parques forestales (Ruahine, Tararua
o Akatarawa). También cruzaremos la ciudad de Ohakune, conocida por ser la “capital
de la zanahoria” en Nueva Zelanda. No es una ciudad nada espectacular, pero la
escultura de una zanahoria a la entrada sí que lo es. No vas a poder resistir
el impulso de hacerte una foto con la zanahoria, y lo sabes…
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Queda claro lo que producen en Ohakune, ¿verdad? |
Tratad
de ajustar vuestro recorrido para ver algún atardecer en la costa (oeste, por
supuesto) cercana a Wellington. No os arrepentiréis. Hay muchos puntos
preciosos para ver el atardecer en la zona, pero os propongo Paraparaumu Beach.
Las vistas de la playa, la isla Kapiti y el atardecer al fondo son difíciles de
olvidar.
Y
llegamos a Wellington, la capital de Nueva Zelanda. Con menos de 500.000
habitantes, no es la ciudad más poblada (ese puesto lo ocupa Auckland) pero, a
mi juicio, sí la más elegante. De hecho, no es raro verla en el ranking de
ciudades con mejor calidad de vida. El parlamento neozelandés, el funicular
(con preciosas vistas sobre la ciudad) y el puerto son algunos de los puntos
clave de la ciudad.
De
Wellington zarpan los ferries hacia Picton, en la Isla Sur, donde continuará
nuestra aventura neozelandesa (Interislander es la compañía de ferries de referencia).
Generalmente, tendréis que dejar aquí vuestro coche de alquiler y al llegar a
Picton os darán otro (no os olvidéis de este detalle y confirmadlo con vuestra
empresa de alquiler de coches, os ahorrará dinero y sanciones).
Pues
hasta aquí nuestro recorrido por la Isla Norte de Nueva Zelanda. Pudimos ver
menos de lo que nos habría gustado, pero lo suficiente como para enamorarnos
del país. Y nos montamos en el ferry soñando con lo que nos encontraremos al
otro lado del mar, en la Isla Sur. Pero eso os lo contaré más adelante…
Espero
que hayáis disfrutado con este post, ¡y espero vuestros comentarios y noticias!
¡Hasta
pronto!
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Puesta de sol en Paraparaumu Beach (Nueva Zelanda) |
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