A
comienzos de año es habitual pensar en nuevos proyectos, intentar cumplir
propósitos nuevos (o no tan nuevos), desarrollar nuevas ideas...
Por
supuesto, muchos de estos pensamientos están relacionados con viajes. Pero...
¿Realmente sabemos cómo organizar un viaje? ¿O simplemente nos "dejamos
caer" por un destino, sin planificar absolutamente nada?
En
este post hablaré de los requisitos mínimos que tenemos que cumplir para poder
organizar un buen viaje.
No
es un tratado académico de organización. Es algo sencillo, básico, fundamental.
Un esquema que tiene más de sentido común que de técnicas sofisticadas, sobre
todo para aquellos que ya estáis acostumbrados a organizar viajes.
Pero
creo que, en general, es importante empezar por el principio, y el sentido
común es un buen punto de partida. ¿No os parece?
¿Nos
vamos de viaje? Pues... ¡No te olvides el Pijama!
Comienza
el año. Tenemos el propósito de pasar unos días en esa ciudad de la que hemos
leído tanto, o de visitar aquel país donde se desarrollaba la novela que nos
quitó el sueño durante meses. Y estamos decididos: vamos a ir.
Los
ánimos están al máximo, no habrá quién nos pare. Es el famoso "vamos,
vamos, que nos vamos". Pero pronto empiezan las dudas: ¿se ajustará a mi
presupuesto? ¿Podré tener días libres en la época en que quiero viajar? ¿No
será muy lejos?
Que
no cunda el pánico: si nos organizamos, podremos disfrutar de un buen viaje. O
por lo menos, podremos constatar -objetivamente- que nuestro plan no era
posible (todavía) y estaremos a tiempo de cambiar de destino (será por
sitios...).
En
el mundo de las finanzas, la mejor calificación que puede tener una inversión
es la AAA ("triple A"). Pues bien, en este post vamos a ir
desgranando tres "aes" (Antelación, Atención y Atracción) que, a mi
juicio, nos servirán de base para conseguir el mejor viaje. Un viaje AAA.
Antelación:
Hay
viajes que surgen de improviso, por sorpresa, pero la mayoría de ellos los
podemos preparar con tiempo.
Desde
un punto de vista turístico, cultural, etc., dedicar tiempo suficiente a saber
qué nos vamos a encontrar es fundamental. Sería muy triste llegar a un destino
y preguntarnos "¿qué hay que ver aquí?".
No
se trata de conocer al dedillo lo que vamos a visitar (algo habrá que dejar a
la improvisación, ¿no?), pero ir tomando datos sobre el país o ciudad, el
clima, la cultura y la lengua en los que vamos a sumergirnos durante una
temporada puede ser muy productivo, e incluso ahorrarnos disgustos o prisas
innecesarias.
Desde
el punto de vista operativo, cuanto mejor preparemos el viaje, mejor podremos
distribuir los tiempos entre destinos (si vamos a hacer una ruta), estimar la
duración total de viaje o evaluar los medios que vamos a necesitar.
En
este sentido, guías de viaje, los blogs y foros de Internet, etc., serán
nuestros mejores aliados para preparar nuestro viaje (y no hace falta gastar
mucho para prepararlo bien).
Por
otra parte, tanto los medios de transporte (vuelos, trenes, etc.) como los
alojamientos suelen ofrecer mejores precios a quienes reservan con antelación.
Y
aunque no conozcamos la fecha exacta de nuestro viaje, existen muchas tarifas
que admiten cambios de fecha y anulaciones. Reservar con tiempo puede ayudarnos
a reducir los costes, y así utilizar ese ahorro en quedarnos más días en el
destino soñado, o en un hotel mejor, o simplemente ahorrar.
¿Por
qué no lanzarnos? Si luego no nos conviene, podremos cancelar. Eso sí, está
estrategia implica tener una cierta disciplina y organización para tener
siempre claro lo que hemos reservado y en qué fechas.
En
temas operativos, lo que más puede ayudarnos son los portales de viajes y
hoteles. Por ejemplo, Skyscanner permite buscar precios de vuelos a
"cualquier destino" (ideal si todavía no sabemos dónde ir), y
portales como Booking o Trivago incluyen, en muchas de las tarifas de hotel que
ofrecen, la posibilidad de cancelar o modificar la reserva.
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¿Por qué no tener en cuenta un medio de transporte no convencional? |
Atención:
Imaginemos
que nos hemos lanzado a preparar minuciosamente el viaje. Ya lo tenemos todo
previsto, desde los vuelos a los hoteles, y por supuesto todos los lugares
monumentos que queremos visitar.
Ya
solo queda esperar para que llegue el día de partida, ¿no? Pues no.
Hace
falta seguir atentos a nuestro viaje, pues desde la reserva de un plan de viaje
a su ejecución pueden pasar semanas, incluso meses.
Hay
que mantenerse informado sobre lo que hay que ver allí. Seamos realistas: ni
todas las guías cuentan todo ni hemos leído todas las guías habidas y por
haber. Y ojo porque, una vez más, informarse no tiene por qué ser caro, hay
muchos recursos gratuitos (blogs, información de oficinas de turismo, etc.).
Tenemos
que preguntarnos siempre si nos estamos olvidando de algo importante o algo
que, sencillamente, nos apetece visitar y no habíamos visto en ninguna guía.
Para ello, una herramienta muy visual que podemos utilizar es revisar fotos que
aparecen en Instagram en una localización concreta y, si nos gustan, incluirlos
en el plan de viaje.
Por
último, hay que seguir, al menos por encima, las noticias que aparecen sobre el
lugar que vamos a visitar. Que sepamos lo que nos vamos a encontrar y, llevado
al extremo (pero no tan extremo en ciertos destinos), que no nos sorprendan
temporales, revueltas, etc.
¿Os
parecen pocos los motivos para incluir la Atención entre los "puntos
clave"? Pues os doy otro más, y que afectará más directamente a vuestro
bolsillo: en muchos casos, hoteles y compañías aéreas ofrecen ofertas de última
hora.
Si
estamos atentos, podemos encontrar chollos que nos permitan ahorrar. ¿Os
acordáis de las tarifas modificables y reembolsables? Pues son ellas las que
nos habrán permitido buscar chollos de última hora sin agobiarnos porque va
llegando la fecha del viaje.
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No te sientes a esperar que llegue el viaje, ¡sigue atento! |
Atracción:
Aquí
viene lo mejor. Sin esta "A", poco éxito podremos conseguir. Un viaje
siempre tiene que resultar atractivo para todos los que participan en él.
Si
vamos en pareja o en grupo, siempre hay miembros del "equipo" más
entusiastas que otros, miembros más optimistas que otros o, simplemente,
miembros a los que les apetece más el viaje que a otros.
Para
lograr que un viaje sea atractivo, no vale con que nos aprendamos todo lo que
dicen las guías de viaje, hagamos miles de planes de visitas y encontremos los
mejores precios. Hace falta escuchar a los demás.
Quizá
los menos entusiastas lo son porque no conocen bien el destino (¿por qué no
transmitirles la información que vamos obteniendo?), porque sienten que no les
dejan participar (y es que un viaje en grupo es así, en grupo...). En
definitiva, hay que mantener la atención y elevar la ilusión de quienes van a
viajar juntos.
Excepción:
si somos los "promotores" del viaje, pero somos los únicos
"entusiastas", asumámoslo: quizá el destino, el momento o el grupo no
son los más adecuados. Mejor darse cuenta antes de salir que convertir el
destino soñado en una pesadilla.
Pero
la atención y el entusiasmo también hay que mantenerlos si viajamos solos.
Aparte de las dudas que nos pueden surgir, tendremos que contestar a muchas
preguntas del tipo "¿cómo es que te vas hasta allí tú solo/a?". Así
que, si de verdad queremos hacer el viaje y hacerlo solos/as, nuestro
entusiasmo será la mejor arma que podremos usar.
Ya
tenemos un viaje preparado con antelación, que hemos ido "vigilando"
y actualizando poco a poco. Además, resulta atractivo para el/los viajero/s:
¡Pues
ya tenemos nuestro viaje AAA! ¡A disfrutarlo! Solo una cosa más: ¡No te olvides
el Pijama!
Espero
que os haya gustado el post, ¡y estaré encantado de recibir vuestros
comentarios e ideas!
¡Hasta
pronto!
¡Y no te pierdas la cuenta de No te Olvides el Pijama en Instagram!
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