Finanzas,
bolsa, bancos, ejecutivos, rascacielos, reuniones de negocio, sedes de
multinacionales… Y por supuesto, el omnipresente Euro.
Todo
esto nos suele venir a la cabeza cuando alguien habla de Frankfurt. Pero… ¿Es
justo que nos quedemos únicamente con esa faceta de Frankfurt? ¿Lo tachamos de
nuestra “lista de destinos”?
La
respuesta a estas preguntas debería ser un “no” rotundo. Frankfurt es una
ciudad moderna, que ha sabido combinar su entrega al mundo de las finanzas con
la conservación de tradiciones históricas y el mantenimiento de una calidad de
vida más que razonable.
En
este post, nos adentraremos en el “corazón del Euro”, observaremos sus
contrastes, ahondaremos en sus atractivos y revisaremos las imágenes que
acompañan siempre a Frankfurt.
¿Te
vienes? Pues… ¡No te olvides el Pijama!
Paseando por la historia de Frankfurt
El nacimiento de una ciudad
Comencemos
este recorrido con un viaje en el tiempo. Va a ser un viaje largo, tenemos que
remontarnos hasta la Edad Media. En pleno siglo XII, el centro neurálgico de la
ciudad se sitúa en el mismo punto en que, siglos atrás, los romanos fijaron sus
posiciones: el Römerberg
(literalmente, el “monte de los romanos”).
El
Römerberg ha sido siempre lugar de encuentro de comerciantes, y las numerosas
ferias y mercados que se celebraban allí fueron el germen de lo que acabaría
siendo la ciudad. La elevada posición del Römberberg permitía evitar – al menos
en parte – que las crecidas del río Meno (Main, en alemán) entorpeciesen la
actividad de la ciudad.
La
celebración de ferias y mercados era la ocasión perfecta para reunir a
compradores y vendedores, y la compraventa vino acompañada de necesidades (y
oportunidades) de financiación. Aquí está el germen de la actividad financiera
de la ciudad, que ha movido a esta urbe durante siglos.
Pero
el crecimiento también tiene sus efectos, y uno de ellos es que los mercados,
por muy grandes que fuesen en su día, se van quedando pequeños. Con el paso de
los años, las murallas de las ciudades van desapareciendo y el grueso de las
ferias y mercados va alojándose en lugares más amplios y cercanos a las redes
de distribución. Así, lo que nos queda del Römerberg es solo un reflejo de lo
que fue. Pero un reflejo que destila un ambiente muy agradable de conocer.
Cada
una de las casas entramadas que hay en el Römerberg tiene su historia y tuvo su
función histórica. Así, esta plaza albergó el antiguo ayuntamiento de la ciudad
(Altes Rathaus, en alemán), y muchos
de los nombres originales de las casas se mantienen, aunque haya cambiado el
uso de los edificios.
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El Römerberg alberga uno de los mejores mercadillos de Navidad |
Entre
los edificios más significativos del Römerberg están el Großer Engel, el Kleiner Engel
(literalmente, “gran ángel” y “pequeño ángel”), que parece ser que toman su
nombre de su primer propietario (Angelus de Sassen) y el Schwarzer Stern (“estrella negra”, que funciona como restaurante y
salón de eventos). Todos ellos, al igual que el conjunto de la plaza, fueron
objeto de una cuidada restauración después de la Segunda Guerra Mundial,
durante la cual quedaron seriamente dañados por los bombardeos.
Si
visitamos la ciudad en época de Adviento, tendremos la oportunidad de disfrutar
de uno de los mercadillos de Navidad más atractivos de Alemania. El Weihnachtsmarkt de la Römerberg es muy
singular, y el conjunto de casas entramadas e iluminación navideña es realmente
entrañable ¡y fotogénico!
Iglesias, monumentos y personajes
ilustres
En
el Römerberg podremos visitar también la iglesia luterana de san Nicolás (Alte Nikolaikirche). Junto con el resto
de edificios de la plaza, esta iglesia forma un conjunto que nos transporta a
la época medieval, o incluso al escenario de un cuento. Es relativamente
frecuente que se celebren conciertos (tanto de órgano como de otros
instrumentos) en la iglesia. Si tenéis la suerte de coincidir con alguno de
ellos, no lo dudéis y disfrutaréis de una atmósfera realmente especial.
No
lejos del Römerberg se encuentra la catedral de Frankfurt: la Kaiserdom. Esta catedral católica,
dedicada a S. Bartolomé, tuvo una importancia muy elevada durante la época
imperial (de hecho, la traducción literal de Kaiserdom es “catedral imperial”, un título que no se otorgaba a
todas las catedrales).
Prueba
de su importancia durante el Sacro Imperio Romano Germánico es la denominada Wahlkapelle (que podría traducirse por
“capilla de los electores”). Allí se reunían varios electores (en un principio,
tres religiosos y cuatro nobles) para elegir y nombrar rey y, posteriormente,
emperador. Una elección no siempre exenta de dificultades ni polémica...
Al
igual que muchos de los edificios de su entorno, la Kaiserdom sufrió
considerables daños en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Aun así, la
reconstrucción que se llevó a cabo en los años 50 permitió que sigamos
disfrutando de este monumento casi tal y como era.
Un
dato curioso: la catedral de Frankfurt (llamada catedral, sí, aunque nunca hubo
obispo en Frankfurt) fue católica y luterana a la vez durante un tiempo. En
1525 se reservaron sendas zonas de la iglesia a cada uno de los grupos de
creyentes, en función de si apoyaban o no la Reforma, hasta que, en 1530, la
ciudad de Frankfurt se adhirió oficialmente al luteranismo. Pese a ello, la
catedral sigue siendo católica.
Uno
de los personajes ilustres oriundos de la ciudad de Frankfurt fue el célebre
poeta alemán Johann Wolfgang Goethe. Nació en el número 23 de Großer
Hirschbraben, y allí vivió (exceptuando sus períodos de estudiante) hasta que
se mudó a Weimar en 1775. La casa fue vendida años después, pero todavía puede
visitarse. A pesar de haber sufrido graves desperfectos en la Segunda Guerra
Mundial, la habilidad con que se reconstruyó hace que la visita no pierda
encanto.
No
lejos de la casa natal de Goethe se encuentra la Liebfrauenkirche o Iglesia de Nuestra Señora. Este templo católico
del siglo XIV fue, hasta 2013, tanto iglesia parroquial como convento
capuchino.
Hacia la modernidad, pero sin perder
de vista la Historia
La
Liebfrauenkirche no está lejos de la parte moderna de la ciudad, ni de la calle
más comercial: la denominada “Zeil”. Vamos hacia allí, y en el paseo vamos
también avanzando en el tiempo. En la zona de Zeil encontraremos grandes
almacenes, tiendas de ropa, decoración… Un verdadero paraíso para los amantes
de las compras.
Un
consejo: desde la cafetería (planta superior) de los almacenes Kaufhof de la
calle Zeil (“Galeria Kaufhof Frankfurt An der Hauptwache, Zeil 116-126”, por si
buscáis su dirección en Google), y en concreto desde su terraza, tendremos unas
vistas magníficas de la silueta (skyline) del distrito financiero de Frankfurt.
Allí entenderemos por qué, en muchas ocasiones, a esta ciudad se le denomina “MAINhattan”, en un guiño al nombre del
río que cruza la ciudad (el Meno, Main en alemán). Desde allí, antepuesta a los
rascacielos, aparece la silueta de una iglesia, la St. Katharinen Kirche, y
crea esa mezcla de tradición y modernidad que refleja tan bien el carácter de
la ciudad de Frankfurt.
Al pie de los rascacielos, la St. Katharinen Kirche |
Hablando
de rascacielos, ¿queréis subir a uno de ellos para ver cómo se ve Frankfurt
desde lo alto? Pues entonces vamos camino de la Maintower (Neuer Mainzer Straße 52-58). Podemos llegar hasta allí
caminando o en metro, pero en cualquiera de los dos casos nos adentraremos en
algo que parece otra ciudad, una zona repleta de rascacielos. Como excepción,
solo encontraremos los parques y un edificio que, junto a los rascacielos,
parece pequeño: la antigua ópera de Frankfurt (Alte Oper, importante revisar su programa antes de visitar la
ciudad, pues merece la pena aprovechar para asistir a una representación).
Desde
la Maintower podréis ir recorriendo visualmente todos los puntos que hemos ido
visitando a lo largo de nuestro recorrido. Así iremos tomando conciencia de las
diferencias que existen en una ciudad que es moderna y, a la vez, tradicional;
grande pero, al mismo tiempo, con personalidad.
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Vistas desde la Maintower |
¿Ganas de más?
No
hay problema. Frankfurt es una ciudad muy bien comunicada, tanto por carretera
como por transporte público (dentro de ello, para mí, lo mejor, el tren). Os
propongo algunas pinceladas de excursiones que pueden hacerse fácilmente desde Frankfurt:
Heidelberg, a 50 minutos en tren desde Frankfurt, es una
preciosa ciudad universitaria, cuna del Romanticismo en Alemania. De hecho, las
ruinas de su castillo son un ejemplo fascinante de la belleza del Romanticismo.
Sus calles peatonales, en cambio, transmiten vitalidad, con tiendas,
restaurantes y bares “dominados” por la población estudiantil. Es una ciudad
que merece un post por sí sola, pero por ahora solo os adelanto que, si contáis
con varios días de estancia en Frankfurt, no dejéis de emplear alguno de ellos
en una excursión a Heidelberg. Veréis cómo os “enamora”.
Mainz (o Maguncia, que es su nombre en castellano)
es otra agradable ciudad no muy lejos de Frankfurt (está a menos de una hora en
tren). Cuna de Gutenberg (inventor de la imprenta), Mainz es una ciudad muy
antigua (ya hubo asentamientos romanos en la zona) y una de las más grandes de
la región. Sin embargo, ha sabido conservar un carácter tradicional y una
arquitectura muy cuidada que la hacen digna de una visita.
O
incluso de utilizarla, si nuestra agenda lo permite, como punto de partida en
una ruta en barco por el Rin. Desde allí podremos llegar, sin bajarnos del
barco, a ciudades como Coblenza, Bonn o Colonia, atravesando preciosos parajes. Por algo le llaman a ese
trayecto el “Rin romántico” …
Pero
ya hablaremos de esa excursión en otro post, ¿os parece?
Espero
que hayáis pasado un buen rato leyendo cosillas acerca de Frankfurt y sus
alrededores, y espero vuestros comentarios y sugerencias.
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