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Mercado de Navidad en Goslar (Baja Sajonia, Alemania) |
Se
acerca el final del otoño. En la lucha entre la noche y el día, los días van
perdiendo terreno, poco a poco, frente a la noche, que cada jornada cubre antes
con su manto las ciudades y pueblos de Centroeuropa. A su vez, la temperatura
es más baja, dejamos atrás los calores veraniegos y nos encontramos cara a cara
con un preludio de lo que será un invierno que, por esas latitudes, es algo más
que fresco.
Pero
no todo es oscuridad en esta época. La llegada del Adviento trae consigo la luz
a través de una de las manifestaciones socioculturales más representativas de
los países centroeuropeos: los mercadillos de Navidad.
Así,
las calles de toda Centroeuropa se van iluminando con las luces de estos
mercados. Y la gente se reúne en las calles de países como Alemania, Austria,
Suiza o la República Checa para comprar, comer, beber y celebrar que, un año
más, la Navidad se acerca.
Resulta
demasiado ambicioso hablar de “todos” los mercados de Navidad que se celebran
en Centroeuropa. Cada ciudad –y cada pueblo– intenta mantener uno (o varios).
En este post comenzaremos un recorrido por los mercados que más me llaman la
atención de la “mitad norte” de Centroeuropa.
Espero
servir de inspiración para tus viajes, o al menos que pases un buen rato
mientras empiezas a sumergirte en el ambiente navideño.
Prepara
las maletas y… ¡No te olvides el pijama!
Para
comprender el sentido de los mercadillos de Navidad que se celebran en
Centroeuropa hay que situarse en la Edad Media. En una época en la que tanto
los medios de transporte como las infraestructuras eran muy precarias, era
necesario hacer acopio de provisiones ante la llegada del invierno. En las
ciudades y pueblos importantes se celebraban mercados que permitían que, a la
dureza propia del invierno en estas latitudes, no hubiese que añadir las
dificultades de la carestía de víveres.
Pero
el Adviento es la antesala de la Navidad, y la tradición de hacer regalos,
tomar dulces y celebrar las fiestas navideñas de la mejor forma posible no es
nueva. Por ese motivo, pronto se autorizó la participación de gremios que
ampliaban el espectro de mercancías que se vendían en estos mercados.
De
este modo, dulces, juguetes, licores y diferentes frutas y conservas empezaron
a venderse en estas ocasiones. Y lo que empezó siendo una compraventa de
objetos de primera necesidad acabó convirtiéndose, con el paso de los años y el
desarrollo de la distribución y los transportes, en una ocasión para hacer
compras especiales, para preparar y celebrar la llegada de la Navidad.
Hoy
en día, rara es la ciudad centroeuropea en la que no se celebre un mercado de
Navidad. Desde los mercados más tradicionales a los más sofisticados y
transgresores, el corazón de Europa se llena de una luz y un ambiente realmente
entrañables a lo largo del Adviento.
Merece
la pena visitar Centroeuropa en esta época (generalmente los mercados de
Navidad funcionan entre el primer domingo de Adviento –cuatro domingos antes de
la fiesta de Navidad– y el día 23 ó 24 de diciembre, según la ciudad). En este
post iremos repasando algunos mercadillos de la “mitad norte” de Centroeuropa.
Quizá no sean los más importantes y conocidos –o sí–, pero son los que más me
han me han llamado la atención a lo largo de estos años (sí, lo reconozco, ¡soy
un entusiasta de los mercados de Navidad!). Por supuesto, también trataré de ir
introduciendo las especialidades gastronómicas típicas de los mercadillos.
Al
oeste de Alemania, podemos empezar hablando de los mercadillos de la ciudad de
Fráncfort (Frankfurt am Main). Allí el “centro neurálgico” del espíritu
navideño se sitúa en la Römerplatz. A pocos metros del río Meno (en alemán,
Main), en cuya orilla se puede observar la silueta de los rascacielos de la
ciudad financiera (llamada por los lugareños “MAINhattan”, se encuentra uno de
los mercados más entrañables de la ciudad.
Las
casas entramadas de la Römerplatz, el olor a dulces y especias y la música
navideña devuelven a Fráncfort, por un momento, a un estatus de ciudad familiar
y cercana. Quizá sea allí donde podamos probar, por primera vez, una de las
especialidades estrella de los mercadillos navideños: el Glühwein.
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Mercadillo de Navidad en la Römerplatz de Frankfurt am Main |
El
Glühwein (también llamado “vin chaud” en zonas francófonas, “svařák” en la
República Checa, “gløgg” o “glögg” en los países nórdicos y “mulled wine” en el
Reino Unido) se ha traducido casi siempre como “vino caliente”. Tranquilos, suena
raro, pero no dejéis de leer. El Glühwein es algo más que vino caliente. Su
base es vino (generalmente tinto), es cierto, pero se le añade canela y otras
especias que terminan haciendo de esta bebida un agradable y reconfortante
instrumento para combatir el frío. ¡Atrévete a probarlo y te unirás pronto al
“club de fans del Glühwein”!
Como
nota práctica, generalmente el Glühwein se sirve en tazas de cerámica que, en
muchas ocasiones, tienen diseños especiales conmemorando el mercado de Navidad
de cada ciudad. Cuando pidamos una taza de Glühwein, nos cobrarán también una
fianza (Pfand, en alemán), generalmente de 1 ó 2 euros, que nos devolverán
cuando entreguemos la taza de vuelta. Esa fianza es, por una parte, un
incentivo al civismo y, por otra, el precio que pagaríamos por la taza si
quisiéramos quedárnosla de recuerdo. Práctico, ¿verdad?
Por
cierto, observaréis que, por esas latitudes, la gente brinda con cada taza de
Glühwein que toma. Y no sería raro que, espontáneamente, alguien quisiera
brindar con vosotros. En ese caso, bastará con decir “¡Prost!” y – muy
importante – mirar a los ojos de la persona con quien brindamos. ¿Por qué es
tan importante mirar a los ojos? Hmmmmm… Dejaré que os lo expliquen los lugareños…
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¿Quién quiere una taza de Glühwein? |
No
muy lejos de Fráncfort se encuentra otra ciudad con amplia tradición de
mercadillos: Colonia. La cuarta ciudad de Alemania celebra la Navidad por todo
lo alto, y hay varios mercados navideños repartidos por todo el núcleo urbano.
Eso sí, el tamaño de la ciudad, así como la cercanía de importantes núcleos
urbanos como Düsseldorf, Dortmund, Aquisgrán o Bonn, hacen que la afluencia de
público sea muy elevada.
Colonia
es uno de los destinos más valorados a la hora de planificar visitas a mercados
de Navidad. Si vais a visitarla, tened en cuenta que, a pesar de contar con
aeropuerto “propio” (en realidad es el aeropuerto de Colonia-Bonn), el
aeropuerto de Düsseldorf también está muy cerca, está muy bien comunicado con
Colonia y, por lo general, ofrece mejores precios desde España.
Si
tomamos el mapa de Alemania y trazamos una diagonal hacia el nordeste desde
Colonia, antes de llegar a Hamburgo nos encontraremos con dos ciudades que
formaron parte de la denominada “Liga Hanseática”: Münster y Bremen.
Münster
es una ciudad con un marcado carácter universitario (se calcula que al menos un
20% de sus habitantes son estudiantes universitarios), llena de agradables
zonas verdes y peatonales. El toque universitario hace que los mercadillos de esta
ciudad hanseática sean especialmente animados. Y si visitáis Münster, no deberíais dejar de hacer una excursión a la bonita (y cercana) ciudad de Osnabrück. Allí los mercadillos de Navidad también tienen un sabor especial...
Siguiendo
la línea que trazamos, nos encontramos con la ciudad de Bremen. Es una ciudad
que siempre merece la pena, ya sea como destino en sí misma o como destino de
una excursión desde la cercana Hamburgo. El centro histórico de la ciudad
(Altstadt, en alemán) nos recibe con los famosos cuatro músicos y con un
precioso mercado navideño. Si tenemos la suerte de disfrutar de la nieve
mientras visitamos este mercadillo, nos veremos rápidamente envueltos en un
ambiente mágico, diferente, de otra época. ¿Queréis más? Pues no os perdáis el
barrio de Schnoor, el antiguo barrio de pescadores de Bremen.
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Los mejores embajadores de Bremen: sus famosos Cuatro Músicos |
Y
llegamos a Hamburgo… Es una ciudad de contrastes, donde se mezclan tradición y
modernidad. Tenemos mercadillos clásicos, como el Rathausmarkt, a los pies de
su imponente ayuntamiento. También mercadillos más orientados a las compras y a
lo culinario, como el Weihnachtsmarkt (mercado de Navidad) del Gänsemarkt,
donde podremos probar platos típicos de mercadillo, como “Kartoffelpuffer” (una
especie de tortitas de patatas que suelen acompañarse de puré de manzana), diferentes
tipos de salchicha (Wurst) o, por la parte de los dulces, “Schneebälle”
(literalmente, bolas de nieve dulces), manzanas de caramelo (“Liebesäpfel”),
crêpes, castañas (Maronen)…
Pero
Hamburgo también tiene su lado transgresor, su lado “gamberro”. Y ese carácter
gamberro de Hamburgo se resume en dos palabras: Sankt Pauli. El barrio de Sankt
Pauli es un barrio liberal en el que, históricamente, recalaban los marineros
después de sus travesías por alta mar. Estos visitantes han ido configurando el
carácter de un barrio que, poco a poco, va dejando atrás la mala fama y va
afianzándose como un barrio alternativo para no dejar de visitar. Por cierto,
por si lo dudabais: sí, Sankt Pauli también tiene su propio mercado de Navidad,
pero os aseguro que el parecido con los mercados que hayáis visitado hasta
ahora será pura coincidencia…
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Mercadillo de Sankt Pauli en Hamburgo: el lado gamberro de la Navidad |
Dejamos
atrás Hamburgo y ponemos rumbo sur, hacia una de las regiones más singulares de
Alemania: el Harz. Tradicionalmente asociada a las brujas, las supersticiones y
la mitología, el Harz es una región boscosa, repleta de pequeños pueblos y
ciudades con un toque entrañable y, a la vez, misterioso. No en vano, sirvió de
inspiración para autores como Goethe o Heinrich Heine, que se sirvieron de sus
paisajes naturales y humanos para ambientar algunas de sus obras. No tardaremos
en darnos cuenta de que, en el Harz, las leyendas son... algo más que leyendas.
Pero
ya habrá tiempo para hablar del Harz con más detalle. De momento, os dejo dos
nombres de lugares donde encontraréis unos mercadillos de Navidad
verdaderamente entrañables: Goslar y Quedlinburg.
Históricamente,
la ciudad de Goslar ha estado siempre relacionada con la minería, y
concretamente con las minas de Rammelsberg, que han sido declaradas Patrimonio
de la Humanidad. Como prueba de su actividad minera, y de los beneficios que
trajo consigo para la ciudad, tenemos el curioso carillón de la preciosa plaza
del mercado (Markt), donde algunas de sus figuras son precisamente mineros. Una
recomendación para dormir: el "Novum Hotel Kaiserworth Goslar", un
edificio histórico en pleno Markt. Más céntrico y más cerca del mercadillo,
imposible.
La
ciudad de Quedlinburg también está dentro de la lista de ciudades que la UNESCO
ha declarado Patrimonio de la Humanidad. Y no ha sido por casualidad. El
conjunto arquitectónico formado por sus casitas de vigas entramadas, así como
sus agradables placitas (¡sí, claro, con mercadillo de Navidad incluido!, ¿lo
dudabais?), hacen de Quedlinburg una visita más que recomendable.
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La Navidad anima las calles de Quedlinburg |
En
Quedlinburg finalizamos nuestro paso por la región del Harz (ya hablaremos de
ella en otro momento), y ponemos rumbo a Berlín. La capital alemana merece, por
sí misma, un post, pero no será en esta ocasión. Así que me limitaré a
mencionar los dos mercadillos que más me gustan de Berlín: el de
Gendarmenmarkt, moderno, sofisticado, ordenado y "chic"; y el de
Alexanderplatz, mucho más popular y concurrido, pero que transmite muy bien la
esencia berlinesa.
A
poco más de dos horas de Berlín encontraremos una ciudad que, curiosamente, con
frecuencia queda fuera de los circuitos más “comerciales” de Alemania, pero que
es una auténtica joya. Hablamos de Dresde. Allí también se vive la Navidad, y
mucho. El mercado de Navidad de Dresde, llamado “Striezelmarkt”, es uno de los
más antiguos de Alemania. Su nombre procede de unos dulces típicos de Dresde, los
“stollen”, que en la Edad Media se llamaban “Striezel”. Los stollen son una
especie de panecillos dulces que incorporan almendras, canela y diversas
especias, y son típicos del Adviento y la Navidad. Hoy en día pueden
encontrarse por toda Alemania (especialmente en los mercadillos), pero lo
cierto es que son originarios de Dresde.
Con
la llegada del Adviento, y la puesta en marcha del “Striezelmarkt”, Dresde se
ilumina y muestra una de sus caras más bellas. La “Florencia del norte”, como
se la llama en ocasiones, aguarda al visitante con una oferta cultural que es
difícil de igualar. Una grandiosa arquitectura, interesantes museos, música
dentro y fuera de las salas de concierto e iglesias, son solo una pequeña
muestra de lo que Dresde ofrece a quien la visita. Otra ciudad de la que
hablaremos en el blog, tiempo al tiempo…
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Pirámide de Navidad en Dresde (Alemania) |
Terminamos
este primer recorrido por los mercados de Navidad centroeuropeos con una visita
a la maravillosa ciudad de Praga. Siempre es buen momento para visitar la
capital checa, pero visitarla cuando llega el Adviento es una experiencia digna
de mención. La iluminación navideña consigue que los edificios del casco
antiguo de Praga, que ya de por sí son como sacados de un cuento, tomen una
forma diferente, misteriosa, inolvidable.
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Praga, siempre entrañable, pero más que nunca en Navidad |
Pero
no solo de luces de Navidad vive el turista, así que no nos olvidemos de probar
delicias como la famosa cerveza checa, el jamón de Praga o el “lángos” (que es
realmente una receta húngara, y consiste en un pan frito con diversos
ingredientes encima, muy popular a modo de “comida rápida”). Y en el apartado
de los dulces tenemos un protagonista: el "trdlo" (“trdelník” en plural). Este dulce, que recibe
también otros nombres en función del país donde se produzca (“Baumkuchen” en
países de lengua alemana, “Kürtőskalács” en Hungría…), es un cilindro hueco
recubierto de harina y canela, con una forma que recuerda al tronco de un
árbol, y que es realmente habitual en los mercados navideños de Praga. ¡No
dejéis de probarlo!
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¿Te apetece un trdlo? |
Pues
aquí termina nuestro primer “recorrido virtual” por los mercadillos de Navidad
centroeuropeos. En el siguiente post trataré de transmitir cómo se vive el
Adviento y cómo se prepara la Navidad en las ciudades de Suiza, sur de
Alemania, Austria, Italia…
Espero
que te haya gustado este post, y espero tus comentarios, sugerencias y, por
supuesto, ¡cuento contigo para el próximo viaje!
¡Hasta
pronto!
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